¡Padres! 5 consejos para motivar a un adolescente

No hay nada más motivador que ser reconocidos por lo que aportamos, lo que construimos, lo que contribuimos.

Por eso, comentar en positivo y expresar verbalmente hace que el adolescente se sienta motivado para hacer más cosas: es una pista interesante. Es cierto que este enfoque en “positivo” a veces no es «natural», pero con un poco de práctica, se adopta el hábito y se fortalece la armonía familiar.

Al principio, si es difícil, puede ritualizarse a través de una charla familiar una vez a la semana: ¿Qué cosas positivas ha hecho cada miembro de la familia desde el lunes? Se trataría de enfocar sólo en lo positivo y puede permitir a cada miembro de la familia obtener felicitaciones. Si el diálogo verbal es difícil, puede proponerse una hoja en la puerta de la nevera con un cuadro con el nombre de cada miembro de la familia y que cada uno pueda escribir lo que le ha parecido positivo en cada actitud: una acción de los otros miembros de la familia puede ser un primer paso.

¡Ojo! Es un proceso que tiene que ser constante, no es un proceso que funciona con un solo comentario positivo dentro de un discurso negativo recurrente.

Despertar la sorpresa, recurrir a lo irracional, forzar los límites, son métodos de comunicación valorados por los adolescentes. Ten cuidado de no caer en la burla… la humillación bloquea el cambio, hiere la autoestima y puede generar resentimiento. Es siempre útil usar el humor para compartir momentos de risa con el adolescente que se transformarán en momentos de complicidad con recuerdos estupendos.

¡Ojo! Reírse con el adolescente no es reírse del adolescente.

Se trata de dar y recibir. Todos dan un paso hacia la meta:

• “Tú buscas profesiones que puedan interesarte y yo te ayudo a buscar personas que te contarán más sobre esa actividad profesional”.
• “Tú te interesas por tu futuro y yo te propongo un asesor profesional en orientación para ayudarte”.
• Te implicas y propones un proyecto coherente para tu futura orientación académica y profesional y yo pongo los medios para que se ponga en marcha”.

¡Ojo! No se trata de chantaje sino de un contrato basado en la confianza mutua que tenemos.

Se trata de interesarse, de enterarse de lo que quiere, de lo que le gusta, de lo que no quiere y que no le gusta a tu adolescente para su futuro. Tener esta información te permitirá hacer preguntas para que el adolescente pueda orientar sus acciones sus ideas y le ayudará a avanzar en su proyecto.

Puedes usar frases tipo:

• “¿Qué te parece?
• «¿Has probado así?»
• «¿Qué le aconsejarías a un amigo en la misma situación?»
• «¿Cuáles son tus opciones?»
• «¿Te cuento mi experiencia?»

Son preguntas que permiten al adolescente expresar su propia opinión y así hacemos pasar el mensaje de reconocimiento de su propia opinión.

¡Ojo! La participación no es la sustitución.

Los acuerdos son como contratos morales. Implican adoptar soluciones que sean adecuadas tanto para los padres como para los adolescentes. Es una herramienta de autonomía y de rendición de cuentas.

Como parte del seguimiento, si no se respeta un acuerdo, es fundamental actuar con amabilidad y firmeza recordando el acuerdo o preguntando “¿cuál fue nuestro acuerdo?».

Cuando un adolescente contraiga un acuerdo, resalta este esfuerzo: “Gracias por tu colaboración”.

Un acuerdo puede revisarse tanto como sea necesario durante una reunión formal y siempre que la nueva solución sea aceptable para todos.

¡Ojo! El seguimiento se puede parasitar si caemos en alguna de sus trampas: No tener un acuerdo específico aceptado por tu adolescente, creer que tu adolescente piensa como tú, salir del acuerdo y entrar en el juicio del adolescente, no mostrar bondad y firmeza.